PSICO

Cómo mantener la calma (y salir reforzada) en momentos de incertidumbre

Hablamos con varios psicólogos para aprender a afrontar las situaciones inciertas que nos generan estrés, ansiedad y hasta miedo. Sí, es posible
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Fotografía: César Segarra. Estilismo: Berta Álvarez

Las situaciones inciertas forman parte de la vida, la vida es una exposición constante a lo inesperado, a lo imprevisible, a las situaciones que se pueden escapar de nuestro control. La vida es una constante salida de lo que psicólogos y coachs llaman nuestra zona de confort. “La incertidumbre siempre es un constante en la vida del ser humano”, apunta Veturián Arana, investigador y codirector de SAAMA Internacional. Pero, sin embargo, el no saber qué pasará en los próximos días –o el resto de nuestra vida– es algo que puede llegar a generarnos inquietud, estrés, ansiedad y hasta, en algunas ocasiones, un miedo paralizante que nos impide salir adelante. Los giros y los acontecimientos inesperados que no entran en nuestro planes idílicos de vida son la vida en sí misma, pero en determinadas situaciones de incertidumbre (y pánico colectivo) podemos llegar a perder la calma y la perspectiva.

"Entrar en pánico, ante las circunstancias que existen, no es la solución. Lo que sí nos puede ayudar para nuestra serenidad es abrazar la incertidumbre y soltar el control. Las preocupaciones forman parte de nuestra existencia y hasta dónde queremos llevarlas es nuestra elección”, afirma Sara Noheda, psicóloga y CEO de la plataforma de psicología y terapia a domicilio, Happy Change. “La incertidumbre siempre está ahí en el sentido de que el futuro no lo conocemos. Lo que ha cambiado de un día a otro es que pasamos de pensar en el mañana como un futuro conocido –me levantaré y haré lo que se supone que tengo que hacer– a un futuro incierto donde además existe una posible amenaza. Es la amenaza, y en particular, lo que escuchamos sobre ella, lo que influye en nuestra gestión de la incertidumbre”, señala Mónica García, coach de liderazgo personal y fundadora de El Factor Humano.

“Si somos realistas nos daremos cuenta de que este mundo nuestro es cualquier cosa menos controlable. Por un lado, por la multitud de relaciones y de variables que entran en juego en cualquier circunstancia, en un constante efecto mariposa. Por otro, debido a la velocidad de los cambios y de la incorporación constante de aspectos nuevos que inevitablemente dejan obsoleto lo anterior a la velocidad de la luz. Es un mundo que no está diseñado para los amantes del control, sino todo lo contrario: está hecho a la medida de quienes aprendan a convivir pacíficamente con cierto grado de incertidumbre. Por eso, cualquier ocasión es buena para empezar a entrenarnos, aunque justo los momentos de crisis como el de ahora, no son los que más fáciles nos lo ponen", reflexiona Ana Gutiérrez, psicóloga de Happy Change.

Pasar de la preocupación a la acción

Que una situación de este tipo nos llegue a quitar el sueño no es algo raro, pero tal y como señala Mónica García, la mejor forma de gestionar la incertidumbre es mantener la atención en aquello que está en nuestras manos hacer. “Significa pasar de la preocupación –una actividad mental que solo lleva a generar estrés en nuestro cuerpo sin utilidad– a ocuparse y hacer algo con la energía del estrés que hemos generado. Es decir, se trata de pasar a la acción enfocándote en aquellas acciones que estén en tu poder. Por ejemplo, tomar las medidas de prevención que nos enseñen", añade. Como dice Ana Gutiérrez, "conjuga lo justo el verbo preocuparte. Preocuparte no significa que estés haciendo lo adecuado para afrontar la situación. Y cuando la preocupación es excesiva, te lleva al bloque en vez de una respuesta eficaz".

¿Sirve relativizar las situaciones inciertas?

Una situación incierta e inesperada como la que vivimos actualmente puede dar lugar a reacciones diferentes desde al nerviosismo (con pérdida de perspectiva) a la calma, pasando por el análisis más racional de una situación poco habitual. La realidad es que este contexto social que vivimos nos afecta emocionalmente y en nuestra mano está intentar buscar soluciones para afrontarlo de una forma psicológicamente sana. Relativizar puede ayudar, pero no siempre es la solución. "Tal vez la idea no es concederle poco valor a lo que está sucediendo, sino saber encajarlo como parte de la vida, de las circunstancias. Afrontarlo es necesario, y cierto es que pasará, pero es más sano mirarlo de frente y pensar todo lo que podemos hacer en esta situación, que es mucho", afirma Sara Noheda. Mónica García señala también la necesidad de que, si bien relativizar puede ayudarnos a tomar distancia, es importante que no nos lleve “a la indulgencia o al descuido". 

Y una recomendación práctica que nos hace Ana Gutiérrez: “Date cuenta de que todo pasa, de que nada dura eternamente. Te ayudará si recuerdas cuántas situaciones en tu vida han sido complicadas y ahora puedes mirararlas retrospectivamente con serenidad”.

Imagen publicada originalmente en ‘Los 7días/7looks de Laura Ponte’.Fotografía: César Segarra. Estilismo: Berta Álvarez

Convertir la incertidumbre en un ejercicio de cambio

Puede que ahora sea el momento de replantearnos nuestra particular lista de valores y aprender a parar y a valorar lo verdaderamente importante. "Es un ejercicio de realismo, de presencia, de mindfulness sobre 'vivir en el aquí y ahora', sin pretender controlarlo todo y donde 'ser flexible' es una máxima a practicar. Valoramos más lo que tenemos cuando sentimos que peligra. Tal vez parar es la opción que no apetece, pero sí es la que necesitamos", afirma Noheda.

Redes sociales y conexión digital permanente. ¿Desconectar es la solución?

Las situaciones de incertidumbre y confusión colectiva llevan, y más en la era de las redes sociales, a una sobreinformacion que puede resultar abrumadora y aumentar los niveles de ansiedad que ya genera de por sí genera el contexto actual. Dejarse llevar por lo que leemos en grupos de Whatsapp y redes sociales es habitual. Podríamos pensar que es un buen momento para hacer una desconexión digital, pero puede que esa no sea la mejor solución. "Estamos en la era de la información, pero no siempre estamos bien informados. Utilizar las tecnologías para recibir o difundir información parcial o sin contrastar, no ayuda. Y la necesidad de inmediatez, tampoco. Desconectar en la incertidumbre es difícil, pero ‘pongamos en cuarententa' toda la información que recibamos. Y esperemos a datos más oficiales o contrastados", apunta Sara Noheda. Veturián  Arana y Mónica García, por su parte, recala en la importancia de fijarnos solo en datos oficiales que vengan por canales conocidos y de confianza y “no abrir la puerta digital a las opiniones de cualquiera”.

Y Noheda da un consejo que deberíamos intentar llevar a la práctica ahora mismo: “No hablar todo el día de lo mismo o compartir cosas de forma impulsiva puede ayudarnos a no generar más tensión en el ambiente”, apunta Noheda. Por tanto, puede que no sea el momento de hacer un detox digital, pero sí de aprender a manejar las nuevas tecnologías a nuestro favor (y no en contra).

La importancia de crear rutinas 

Aunque una situación atípica nos saque de nuestro contexto habitual de trabajo y vida, los expertos aconsejan seguir manteniendo nuestras rutinas y adaptarlas a la nueva situación. Por nosotros y por nuestro bienestar emocional. “La mente necesita rutinas, automatismos para pensar menos. Estar ocupados ayuda a no generarnos más nervios y a tener la atención dividida”. Arana añade. "Mantener la mente ocupada en cosas productivas es mucho mejor que mantenerla ocupada en dramatismos. Un buen libro puede ser la salvación". 

Nos puede ayudar a cambiar cosas

Las situaciones inciertas también son un buen escenario para pensar en nuestra fortaleza mental y en nuestras relaciones sociales, ya sean de pareja o familiares. Cambiar nuestras rutinas habituales por unas nuevas e inesperadas puede hacer florecer sentimientos o comportamientos que no conocíamos de nosotros mismos. “Siempre es una oportunidad para darnos cuenta de cosas y si quiero cambiar algo puede ser el momento”, apunta Noheda. Esto no quiere decir que no nos vayamos a enfrentar a roces y cierto malestar con las personas que convivimos. “Es cierto que el cambio repentino de hábitos y actividad, tener que quedarte en casa casi por obligación, influirá en nuestro estado emocional añadiendo mayor tensión”, apunta Mónica García, que recomienda elegir vivir estos momentos con la intención de crear nuevas formas de estar con nuestra pareja o familia. “Si las parejas se divorcian por estar juntas en aislamiento, es señal de que no deberían estar juntas desde el principio", sentencia Veturián Arana. 

Lo que podemos sacar de positivo

Puede que hablar de sacar el lado positivo a una situación caótica resulte paradójico. Pero podemos aprender a ver el lado positivo de todo esto y a usarlo a nuestro favor como experiencia de vida. “Los momentos en los que corre peligro aquello que tenemos, en este caso nuestra salud, son buenos para reflexionar y apreciar lo que en el día a día damos muchas veces por hecho. Y la apreciación nos lleva del miedo a un estado de mayor tranquilidad. No solo es útil para gestionar el momento, sino que además nos puede servir para vivir con mayor satisfacción después de que pase. Siempre y cuando recordemos apreciar lo que tenemos en el día a día y no solo cuando las coas van mal”,  apunta la fundadora de El Factor Humano.

“La naturaleza nos está llevando a frenar y vivir de otra manera, a priorizar en lo verdaderamente importante y a ser más coherentes. En la vida superficial y rápida que llevamos se está perdiendo todo eso. Topar con las enfermedades nos habla mucho de nuestras necesidades. Esta situación está conectando de verdad con las personas”. Y como dice Jorge Drexler en la canción que acaba de componer: “La paranoia y el miedo no son ni serán el modo. De esta saldremos juntos poniendo codo con codo”. Amén.